¿VIENTO EN POPA?

“En la Universidad Nacional se enseña demasiado”, “La democracia universitaria es un cuento”, “Hay que hacer una limpieza de vendedores ambulantes en la Universidad”, “El pago de la deuda pensional ni le quita ni le pone a la universidad”... Estas son algunas frases célebres de varios directivos de la Universidad, desde rectores como Marco Palacios (tristemente conocido por ser el artífice de la reforma académica de la UN), pasando por el actual rector Moisés Wasserman, hasta decanos de varias Facultades, algunos de ellos reelectos, no propiamente por la comunidad universitaria.
Hace un tiempo en las calles de la ciudad y en los rincones del país ha comenzado a revelarse un cambio importante en la percepción que se tiene de nuestra Universidad Nacional: “Ya no es la misma Universidad”, “Ha perdido el nivel que antes tenía”, “Es un nido de terroristas”. Esas percepciones dejan ver una realidad importante: la Universidad Nacional no se está dando a conocer a la población colombiana como el centro crítico y de opinión que ha sido a lo largo de su historia. Se ha dedicado a hacerse publicidad ante las empresas privadas y ante las multinacionales (véanse las visitas del rector de la UN a Europa en los últimos meses), y no a darse a conocer mediante el trabajo mancomunado y constructivo ante las comunidades y a la población colombiana a la que se debe.
La sociedad colombiana ha pasado a un segundo plano para la UN, tanto como la Universidad ha pasado a un segundo plano para el Estado colombiano. Es una relación simbiótica: por una parte, la educación dejó de ser concebida por el Gobierno Nacional como una prioridad para el desarrollo de la nación. Desde la declaración de la Ley 30 en 1992 (Por el cual se organiza el servicio público de la educación superior en Colombia) el presupuesto de las universidades en nuestro país se ha congelado, mientras el presupuesto para la guerra se ha multiplicado de manera alarmante; La educación para el desarrollo del país se ha venido concibiendo a través de la educación técnica y tecnológica (remítanse a las declaraciones del director del SENA en las semanas anteriores, y a la entrevista de SEMANA a la Ministra de Educación Nacional), para mantenernos como un país productor de materias, mientras la investigación se ata a la voluntad y al devenir de las empresas privadas; Este es uno de los hechos que explica la grave crisis presupuestal que vive la UN. Para nadie es un secreto que actualmente nos autofinanciamos en más de un 50%, pero además de ello, a la fecha el Gobierno Nacional no ha girado a la UN más del 75% del presupuesto asignado para el año 2010.
En esta relación simbiótica, el segundo papel lo juega la UN, que en su afán por percibir recursos para sobrevivir, se ha volcado a la búsqueda de “alianzas” con sectores privados, convenios inter-institucionales, venta de servicios, prestación de extensión remunerada económicamente, vendiendo poco a poco no solo servicios, sino principios de la Universidad Nacional de Colombia… la Universidad del país.
¿Qué ha hecho la comunidad universitaria al respecto? Estudiantes, profesores y trabajadores hemos exigido presupuesto adecuado para la Universidad, hemos peleado por el derecho a la autodeterminación de nuestras políticas académicas, por la construcción de Universidad al servicio de la nación. Lastimosamente, en los últimos años las directivas de la Universidad –designadas de manera antidemocrática- no han asumido una posición de vocería de su comunidad, consecuente con la defensa de la educación pública y de calidad. Los miembros de la administración de Moisés Wasserman se han entendido como empresarios y burócratas, y no como académicos: En vez de asumir una postura de defensa de la Universidad, se han convertido en sujetos pasivos, que de manera resignada y sumisa (ya ante la Ministra de Educación o ante el rector de la Universidad) han permitido y han trabajado en pro del desarrollo de políticas de autofinanciación.
Denunciamos de manera pública que el pasado jueves 7 de octubre, durante un Consejo de Sede extraordinario, el rector de la Universidad Nacional Moisés Wasserman “solicitó” a los consejeros y las consejeras un aval para gestionar un préstamo por $90.000’000.000.oo para la Sede Bogotá, al Banco Interamericano de Desarrollo. TODOS LOS DECANOS Y TODAS LAS DECANAS DE LA UNIVERSIDAD DIERON SU VISTO BUENO PARA SOLICITAR DICHO PRESTAMO. Queremos además señalar que este préstamo es solo una parte de la deuda por $170.000’000.000.oo que los directivos de la Universidad Nacional pretenden adquirir (irónicamente a través de instituciones del Estado como el FINDETER) con el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, instituciones caracterizadas por ampliar la brecha de desigualdad con sus políticas monetarias, en las que privilegian (como en cualquier banco) lógicas de la acumulación de capital, que solo benefician a los más potentados.


¿Qué implica este préstamo para la Universidad Nacional? ¿Cómo piensan las directivas de esta Universidad que vamos a pagar (porque TODOS Y TODAS, estudiantes, profesores/as y trabajadores/as vamos a terminar pagando) la deuda que pretenden adquirir? ¿Qué tipo de condiciones exige el Banco Interamericano de Desarrollo para efectuar el préstamo? Eso sí, el rector y los decanos y decanas lo ignoran –o se hacen los de la vista gorda para no asumir su responsabilidad en tan graves hechos-. Hasta el momento la banca multilateral se ha caracterizado por ser el peor de los acaparadores, exigiendo reestructuraciones administrativas, cambio de las formas de funcionamiento de la Universidad, políticas académicas, etc. En otras palabras la deuda se paga en plata, pero gracias a la paulatinamente conversión de la universidad en una empresa, este dinero se conseguirá a desmedro de la UN pública y popular que nos demanda el pueblo colombiano. ¿Cómo ocurrirá ello? La propuesta la enarbolan Moisés Wasserman y su comitiva con la reforma al Estatuto General de la UN, uno de los últimos eslabones en la cadena de reformas nocivas para la Universidad (recuerden ustedes la reforma al Estatuto Estudiantil en sus disposiciones Académicas y de “Bienestar y Convivencia”, la reforma al Estatuto de Extensión, entre otras). Es claro para nosotros y nosotras que una universidad que se ve avocada por el gobierno nacional y por sus directivas a vender “servicios” de educación para recibir recursos, debe cambiar la forma en que se gobierna: Si la participación es el criterio fundamental para construir los rumbos de una comunidad académica, la jerarquización y burocratización lo son para definir los rumbos de una empresa dedicada a la producción de capital económico.
De aprobarse la propuesta de Estatuto General que presentan las directivas, en la UN se transformará por completo el gobierno universitario: Pasaremos de la precaria participación que al día de hoy tenemos, a un gobierno completamente jerárquico y ajeno a las dinámicas de participación propias de una universidad crítica y propositiva. La propuesta de Estatuto General a aprobarse (1) amplía el periodo de administración de los decanos y decanas, para a su vez, (2) dejar en manos de las Facultades la tarea de conseguir recursos para autofinanciarse; (3) le da potestades al rector tales como crear o suprimir programas curriculares, mientras (4) suprime el derecho a la organización estudiantil fuera de la figura de la representación; (5) prioriza de manera imperativa la implementación de otro programa de computadora (SIMEGE), que como el omnipotente SIA, pretende regular las dinámicas de nuestra universidad bajo lógicas de eficiencia, en las que lo administrativo determina lo académico, y no –como debería ser- al contrario.
Los y las estudiantes creemos -muy en contravía de lo propuesto por la administración- que un gobierno universitario debe tener como base el principio de la democracia, que nos permita como comunidad universitaria construir y apropiarnos de mecanismos de participación efectivos para la formulación de nuestros propios rumbos…
Nosotros y nosotras lo hemos vivido en los últimos años: la aprobación e implementación de reformas a espaldas de la comunidad universitaria han sido desastrosas. Hemos visto como miles de nuestros compañeros y compañeras de clase pierden la calidad de estudiantes; hemos sentido la perdida de los contenidos en el pregrado, porque son los posgrados los que reciben recursos; la graduación de muchos compañeros y compañeras solo para mostrarle cifras al Ministerio de Educación; El aumento del número de profesores sin paga; el recorte del presupuesto para los programas de Bienestar; el insuficiente presupuesto para infraestructura e inversión en general, que convierte en utopías las necesidades cotidianas de la academia (hospital universitario integral, laboratorios, clínicas, prácticas, salidas de campo, investigación solidaria, etc.).
Señor rector, decanos y decanas, la universidad no es una institución con ánimo de lucro, y el hecho de que se jacten de que “la Universidad produce mucha más plata de la que se cree”, y que se publique en UNIMEDIOS que somos la “3ra empresa más productiva del país”, lo único que demuestran es que es su objetivo reforzar el argumento de la factibilidad de la autofinanciación de la UN, ayudándole al Estado a la lavarse las manos de la responsabilidad que tiene con el derecho a la educación de los colombianos y las colombianas.
Estudiantes, profesores/as, trabajadores/as: las directivas de la Universidad pretenden aprobar la corrosiva propuesta de reforma al Estatuto General en primera vuelta el 16 de diciembre en el Consejo Superior Universitario, y nosotros y nosotras ¿vamos a ser espectadores silenciosos mientras se termina de diluir la autonomía y la democracia en nuestra universidad?
Sea este un llamado a informarnos sobre lo que pasa en nuestra Universidad; a exigir coherencia por parte de las personas que (incluso si no elegimos) tiene un compromiso ético con la comunidad universitaria y con el país; a que retomemos las banderas de defensa de la Universidad Nacional, pero sobre todo, a que encaucemos nuestros esfuerzos a la organización y la lucha por una Universidad realmente pública, autónoma, crítica y democrática, al servicio de las reales necesidades del pueblo colombiano.

El debate, la organización y
la movilización forman el camino.

Bogotá D.C.
Ciudad Universitaria,
Miércoles 10 de noviembre de 2010
COMITÉ DE REPRESENTANTES ESTUDIANTILES - UN SEDE BOGOTA